martes, 2 de diciembre de 2008

Los hombres las prefieren brutas y FEAS







"Los Caballeros Las Prefieren brutas" de Isabella Santo Domingo es un libro fresco, ligero, interesante con una dósis de ese humor negro picaresco y la carga justa de sarcasmo que tanto disfuto. ¿La temática? Una que está muy de moda: La cuasi inexplicable e incomprensible teoría del por qué el hombre actual muestra una aversión por lo "bueno" o en otras palabras, se muestra altamente apático a lo interesante, bueno y diferente que el sexo opuesto le puede ofrecer. Cuando menciono "cuasi inexplicable" es porque este libro intenta darnos una explicación a esta polémica realidad social.


Y es que de repente, de la noche a la mañana, pareciera que las palabras: "mujer", "exitosa" y "amor" no pudieran conjugarse, ni mucho menos co-existir dentro de la misma oración. Estos elementos parecen formar parte de una ecuación inexacta la cual nunca arrojará buenos resultados. Si usted querida lectora se considera una mujer profesional, exitosa, inteligente, independiente, decidida y económicamente estable, existe un 99% de probabilidades de que su estatus sentimental actual sea: "soltera y sin compromiso". Pero ¿A qué se debe este fenómeno? ¿Por qué de repente ahora no podemos ser mujeres exitosas, profesionales y de paso fisícamente aceptables (la belleza es relativa) sin que tengamos que estar condenadas a cien años de soledad?


Lamentablemente, no tengo una respuesta en concreto, pero como mencioné anteriormente, el libro maneja ciertas hipótesis que van desde la inseguridad masculina hasta complejos de inferioridad y una necesidad de sentirse superiores y necesitados. (????) Y entonces, yo me pregunto: ¿Es que acaso no existe un hombre que se sienta orgulloso y NO intimidado por lo que tiene a su lado? ¿No ha creado Dios a un varón con temple y la suficiente confianza en sí mismo como para no dejarse amilanar por el hecho de que su pareja en cuestión sea una mujer talentosa y de provecho? Al parecer, la respuesta es: "no" o igualmente desconsoladora, consituye sólo el 0.01% de la población. Sólo basta con unos diez minutos de conversación y que el sujeto en cuestión se entere que tienes un Post-Grado en Microbiología y en tus ratos libres haces Origami para que salga despavorido frente a semejante amenaza y competencia. Si a lo anterior le añades que el carro que conduces fue adquirido con el sudor de tu frente y que probablemente empieces tu propio negocio muy pronto, ni siquiera esperes una segunda llamada...allí murió todo.


Descrita la paopérrima situación en la que se encuentra la mujer exitosa del siglo XXI, lo que resta es plantear una posible solución al asunto (si es que luego de considerar la psique masculina aún consideras que vale la pena y guardas esperanzas de formar una familia) Desafortunadamente, tampoco ofrezco solución al respecto, salvo la descabellada idea que ronda mi mente de vez en cuando de volverme económicamente insolvente, descapitalizarme, vender el carro, el apartamento, cancelar mis tarjetas de crédito, olvidar "repentinamente" como hablar unos de los tres idiomas que domino y/o reprobar una o dos materias en el programa de post-grado. De ese modo, a lo mejor logro conjurar una imagen desvalida que proyecte una necesidad de dependencia y que no intimide a los prospectos en cuestión.


Ahora bien, para mantener el equilibrio en esta diatriba y cerrar la posibilidad de que mis amistades masculinas me quiten el habla por el resto de mis días, debo admitir que no en todos los casos la culpa es del Homo Sapiens cargado de testoterona que se conforma con la primera alcachofa sin sal que se encuentre en el camino o con aquella que le grita..."la comida está lista..." y le sirve en la olla, o peor aún, la que ni comida le pone, acaba con su chequera y no conforme con eso, se viste como para la portada de la revista "Ronda". Pues no, en ciertos y determinados casos, la culpa la tiene la mujer porque en más de una ocasión se presentan individuos cargados de buenas intenciones, lo suficientemente maduros para sentirse orgulloso de lo que tiene a su lado y además dispuesto a apoyarla en cualquier empresa. ¿Y qué pasa? ¡Que no! resulta que ese no nos gusta, tal y como lo expresa Santo Domingo: "...nos gusta el playboy de vereda..." Sí, ese analfabeta emocional que no sabe ni sabrá valorarla nunca jamás porque está sumamente ocupado tratando de entenderse él primero y que jamás superará cualquiera de las siguientes étapas: indecisión, inmadurez, inferioridad, inseguridad y otras más que comiencen por "in', sin dejar de lado por supuesto, la típica del "mujeriego" al mejor estilo "Casanova 90". ¿Qué hace a un espécimen con estos rasgos tan atractivo? Honestamente lo ignoro, pero este fenómeno de atracción sucede y mucho. Mi consejo personal: Evítalo y huye a la más leve manifestación del primer síntoma. Muy bien lo dice el dicho: "Mejor sola que mal acompañada"


Las relaciones de pareja son un verdadero misterio y más en esta epoca donde al parecer los valores se han perdido y todo está al revés, fenómeno que ha generado una gran confusión y nos tiene inmersos en esta epidemia de soledad y desórdenes emocionales que parece no tener fin. A manera de conclusión sólo me queda agregar que al célebre título del libro decidí arbitrariamente añadir: "y feas", pero sobre eso me reservo los comentarios. Mi recomendación: Resígnate, léete el libro y acuéstate todos las noches diciéndote: "...Soy divina, si ellos las prefieren brutas y feas, es su problema..."